Nuestra incredulidad es el mayor obstáculo en nuestro camino; de hecho, no hay otra dificultad real en lo relativo a nuestro progreso y a nuestra prosperidad espiritual. El Señor puede hacerlo todo; pero cuando Él establece como regla que de acuerdo a nuestra fe así nos será hecho, nuestra incredulidad ata las manos de Su omnipotencia.